En el proyecto Indicios de una ausencia latente: Una travesía a través de lo pictórico, se emplea el concepto de cuadro desde un punto de vista metapictórico. A través de la herramienta de la repetición y del uso del color y de la luz, se construye un mural compuesto por doce cuadros que nos remonta al género de la pintura de gabinetes. Se propone un giro radical a su morfología al representar sobre ellos las ausencias de dichos cuadros y no sus imágenes. Los cuadros reproducen un papel pintado en el que se pueden observar diversas variaciones.

El proyecto es una investigación sobre la idea de pintura que profundiza a su vez en el concepto de tiempo desde varias perspectivas. En primer lugar, en la obra se proponen tres temporalidades distintas a través de la idea del cuadro: el primer tiempo lo conforma la unidad total del mural; el segundo, cada uno de los doce cuadros que lo configuran; y el tercero, las huellas que dejan los «cuadros ausentes» sobre el papel pintado. Estas huellas a su vez revelan su propia temporalidad. Al variar formalmente los tonos a través de la saturación y del color, se juega con los diferentes momentos en que los cuadros han podido ser colocados y retirados sobre el papel, dejando por tanto unas marcas más pronunciadas que otras.

El modo de crear deviene del uso de una técnica artesanal que a su vez, estimula la experiencia temporal. El trabajo manual supone la entrega a un proceso que no se puede acelerar, brindando la posibilidad de demora tanto para el creador de la obra como para el espectador que la contempla. Se vuelve a proponer así otro juego con la idea de tiempo, esta vez el del espectador, ya que la obra requiere de su presencia y atención para contemplar las transformaciones que se producen en ella.