A falta de… buenas son películas es un proyecto artístico que aborda la confección de identidad desde su doble vertiente: los rasgos que nos caracterizan y nos hacen únicos y, por otro lado, la identidad en permanente construcción por el entorno.
Se desarrolla una instalación cuya base es el cine, el cual traspasa la pantalla dándole importancia al trabajo procesual textil y el carácter fragmentario del bojagi y el patchwork, confeccionando mi propia identidad y generando en el espectador una reflexión sobre el proceso, dónde lo que toma valor no es el resultado final de la obra, sino toda esa experiencia de introspección por el que se pasa hasta construir algo nuevo. El desarrollo del Yo se prolonga durante todo el ciclo vital, al igual que la idea y confección de la prenda, la cual es abordada como forma simbólica a través de la cual confecciono mi identidad.
Es por eso que se apuesta por la ropa holgada, más cercano a mis prendas más personales, y, por otra parte, su aspecto fragmentario alude a la pluralidad identitaria, al tiempo que establece un paralelismo con el montaje cinematográfico. Se consigue esta similitud con la utilización de técnicas tradicionales como el bojagi coreano, sobre todo en las irregularidades de su configuración y el uso de telas traslúcidas haciendo un guiño al negativo cinematográfico del celuloide, y el patchwork, al incluir diferentes retazos de tela.
Dentro de cada retal se perciben imágenes realizadas con cianotipia sobre personajes y secuencias de cine que me identifican creando una composición aparentemente azarosa que expresa la espontaneidad con la que se utiliza el cine en mi cotidianidad, y por tanto me construye.
Por otro lado, el medio audiovisual refuerza el concepto de confección de identidad con los siguientes hábitos: ritual de ver películas, comer palomitas y vestirse.