Desde el autorretrato fotográfico Irene Montero busca un cuestionamiento del yo. En su propuesta Irene trabaja como fotógrafa y como modelo: esta ubicuidad a ambos lados del objetivo le permite explorar las múltiples identidades de una misma persona. Los autorretratos se presentan en formato de revista para adolescentes, inspirada por la cultura kawaii.
La publicación se titula Honey Crush, hasta la fecha existen tres números (el Proyecto sigue en ejecución) y la acompañan elementos de merchandaising. Este formato, que es conocido por albergar información banal y contener un horror vacui de imágenes y textos, le permite a la artista desarrollar y experimentar con el fake y el camuflaje como estrategias para ahondar en la reflexión de la identidad individual y colectiva.
La revista, disfrazada de publicación comercial, se inserta en la cultura de dormitorio transformando sus códigos de forma irónica y crítica y convirtiéndose en un retrato generacional.